Os dejo este artículo que hoy me han publicado en el diario El Comercio.
Con cierta frecuencia, los medios de comunicación se hacen eco del discurso de quienes se resisten a admitir los avances en materia de igualdad entre mujeres y hombres, poniendo en cuestión los derechos conquistados. La Ley Integral contra la Violencia de Género, cuyo gran valor conocen bien todas aquellas personas implicadas en la lucha contra el maltrato, es en muchas ocasiones objeto de estos ataques minoritarios pero de gran trascendencia mediática, ataques fundamentados en mentiras arriesgadas.
Cuando estas polémicas se suscitan suele cuestionarse, con gran irresponsabilidad y desde la ausencia de rigor y de fundamentos objetivos, la credibilidad de las víctimas y ésta es tal vez la cuestión más preocupante y grave. Denota, claro está, la persistencia de la misoginia y el empecinamiento interesado en alimentar el tópico de la perversidad femenina, pero su consecuencia inmediata y más preocupante es la probable influencia en la decisión de aquellas mujeres que pueden estar sopesando poner punto y final a una relación violenta por temor a no ser creídas.
Quienes tenemos responsabilidades en la lucha contra la violencia de género debemos actuar con rigor y desmontar las falsedades tejidas para frenar el progreso de nuestra sociedad hacia la equidad y la libertad de las mujeres. Tan sólo en una de las de 530 sentencias analizadas por el Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial se encontraron indicios de falsedad.
Los datos hablan por sí solos y son éstos, con toda su contundencia, los que preocupan y ocupan al Instituto Asturiano de la Mujer: en torno al 80% de las mujeres asesinadas cada año por sus parejas y ex parejas no habían denunciado su situación; a día de hoy, por ejemplo, 16 gijonesas viven en una situación de riesgo extremo y 54 mujeres han sido asesinadas en España a manos de sus parejas.
En este contexto, el concepto de género es clave para abordar y comprender el problema de la desigualdad y la Ley Integral -que, no podemos olvidar, ha sido aprobada por consenso de todos los grupos políticos- es una herramienta fundamental para combatir el maltrato, para proteger a las víctimas y para prevenir el fenómeno, un instrumento basado en la idea de que la violencia contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad entre mujeres y hombres.
El cuestionamiento de esta idea, el rechazo a la igualdad entre mujeres y hombres, está en el origen de los argumentos esgrimidos que, a mi juicio, no lo son tanto contra el instrumento, contra la Ley, como contra la idea que la sustenta.
Mi deseo y mi compromiso para 2010 es que sigamos trabajando, si cabe con mayor intensidad, para combatir la violencia de género, para prevenirla y para que cada día más víctimas de la violencia de género decidan acabar con el silencio, para que, como dice la canción de Bebe, rompan el miedo de un portazo y den un paso adelante denunciando al maltratador.
Cuando estas polémicas se suscitan suele cuestionarse, con gran irresponsabilidad y desde la ausencia de rigor y de fundamentos objetivos, la credibilidad de las víctimas y ésta es tal vez la cuestión más preocupante y grave. Denota, claro está, la persistencia de la misoginia y el empecinamiento interesado en alimentar el tópico de la perversidad femenina, pero su consecuencia inmediata y más preocupante es la probable influencia en la decisión de aquellas mujeres que pueden estar sopesando poner punto y final a una relación violenta por temor a no ser creídas.
Quienes tenemos responsabilidades en la lucha contra la violencia de género debemos actuar con rigor y desmontar las falsedades tejidas para frenar el progreso de nuestra sociedad hacia la equidad y la libertad de las mujeres. Tan sólo en una de las de 530 sentencias analizadas por el Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial se encontraron indicios de falsedad.
Los datos hablan por sí solos y son éstos, con toda su contundencia, los que preocupan y ocupan al Instituto Asturiano de la Mujer: en torno al 80% de las mujeres asesinadas cada año por sus parejas y ex parejas no habían denunciado su situación; a día de hoy, por ejemplo, 16 gijonesas viven en una situación de riesgo extremo y 54 mujeres han sido asesinadas en España a manos de sus parejas.
En este contexto, el concepto de género es clave para abordar y comprender el problema de la desigualdad y la Ley Integral -que, no podemos olvidar, ha sido aprobada por consenso de todos los grupos políticos- es una herramienta fundamental para combatir el maltrato, para proteger a las víctimas y para prevenir el fenómeno, un instrumento basado en la idea de que la violencia contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad entre mujeres y hombres.
El cuestionamiento de esta idea, el rechazo a la igualdad entre mujeres y hombres, está en el origen de los argumentos esgrimidos que, a mi juicio, no lo son tanto contra el instrumento, contra la Ley, como contra la idea que la sustenta.
Mi deseo y mi compromiso para 2010 es que sigamos trabajando, si cabe con mayor intensidad, para combatir la violencia de género, para prevenirla y para que cada día más víctimas de la violencia de género decidan acabar con el silencio, para que, como dice la canción de Bebe, rompan el miedo de un portazo y den un paso adelante denunciando al maltratador.
Muy bueno el artículo, imprescindible. Y el título, genial.
ResponderEliminarExcelente analisis y tremendos datos.
ResponderEliminarCreo que aún siendo ciertos algunos actos de violencia de hombres contra mujeres, no son menos ciertos los actos contrarios. En la actualidad se materializan principalmente en las denuncias falsas. Levanto el teléfono y detienen a mi pareja hombre (no al contrario). El juez dice que aquí no ha pasado nada y vualá: no ha habido denuncia falsa pq no consta en ningún sitio, no hay sentencia, pero sí lo detuvieron.
ResponderEliminarLa presunción de inocencia, la igualdad ante la ley han dejado de ser válidos con la aplicación de esta ley.
Creo en la igualdad de oportunidades, lo q cada uno haga con esa oprtunidad, sea hombre o mujer ya depende de cada uno.
Creo en la igualdad de obligaciones, veo anuncios en los autobuses, en tv, en periódicos que exponen el reparto de tareas en la casa.
¿por qué no veo lo mismo, animando a la sociedad a aplicar custodias compartidas, para así compartir esa responsabilidad como padre o madre?
¿por qué una minoría "minoritaria" de asociaciones feministas son las que apoyan estas tesis y no la totalidad si es tan igualitaria? En Francia fueron las feministas quienes impulsaron ese cambio.
¿por qué se pretende silenciar a quien, sea hombre o mujer, saca a la luz este tema?
Cuando el rio suena..... las denuncias falsas existen, otra cosa es que no interese que se vean...
ALUCINAS ANÓNIMO...Y EN COLORES..... NO MERECES RESPUESTA PERO HOY ME APETECE CONTESTARTE AUNQUE RESULTAS ABSURDO O ABSURDA????? BUENO QUE SE PAS QUE LAS DENUNCIAS FALSAS SE DICE DE TODOS AQUELLOS PROCESOS QUE NO ACABAN CON SENTENCIAS CONDENATORIAS PERO NO SON FALSAS POR ELLO...NO POR NO TENER PRUEBAS DETERMINADAS SOBRE LA VIOLENCIA DE GÉNERO QUIERE DECIR QUE NO SE HAYA PRODUCIDO...TODAS SABEMOS LO DIFÍCIL QUE HA SIDO QUE LA SOCIEDAD ENTIENDA QUE EXISTE EL MALTRATO PSICOLÓGICO AUNQUE NO HAYA UNA CICATRIZ EN LA PIEL.....
ResponderEliminarPARA QUE UNA DENUNCIA SEA FALSA TIENE QUE ECISTIR UN PROCESO DE INVESTIGACIÓN QUE DEMUESTRE QUE LO ES Y PUEDE QUE EXISTA UNA ENTRE 500....¿QUÉ IMPLICA ESTE DATO? NADA, ES ALGO QUE SE QUEDA LEJOS DE LA VERDADERA LABOR QUE SE DEBE CONTINUAR HACIENDO CON LAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO (MUJERES E HIJOS/AS) Y DEJARSE DE HACER DEMAGOGIA BARATA Y DESVIAR LAS CUESTIONES IMPORTANTES CON ESTUPIDECES COMO LAS DENUNCIAS FALSAS.....
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ResponderEliminarPosicionamiento del Colegio General de la Abogacía Española, a través de su Presidente Carlos Carnicer, respecto a esta cuestión:
ResponderEliminarDado que en estos días los medios de comunicación se están haciendo eco de manifestaciones que, sin fundamento ni dato alguno que las avalen, generalizan la existencia de denuncias falsas en el ámbito de la violencia de género, y teniendo en cuenta que las mismas pueden conllevar el retraimiento de las víctimas a la hora de denunciar las situaciones de violencia que padecen por parte de sus parejas o ex parejas, hemos entendido necesario trasladaros las siguientes consideraciones a fin de que por los servicios de asistencia jurídica a las víctimas de violencia de género se extremen las medidas para proporcionarles el apoyo que posibilite su protección y la garantía de su derecho de defensa.
Mientras en el pasado año ya han muerto 55 mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, la gravedad de que se esté centrando la atención en una polémica estéril sobre la existencia de denuncias falsas en el ámbito de la violencia de género, radica muy especialmente en que puede provocar la regresión sobre la sensibilización social que, respecto a este gravísimo problema, se había alcanzado en nuestra sociedad. Resulta indignante que, cuando estamos muy lejos de erradicar las situaciones de violencia contra las mujeres o, al menos, de poder garantizar la seguridad de las víctimas, en lugar de aunar esfuerzos para conseguirlo, nos permitamos perder el tiempo tratando temas como el de la existencia de denuncias falsas cuando no consta dato objetivo alguno que permita afirmar que las mismas se están produciendo en este ámbito en mayor número que en otro tipo de delitos.
Fenómeno aislado y excepcional
Tanto la Fiscalía General del Estado en sus Memorias, como el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género en sus informes, vienen poniendo en evidencia que en el ámbito de la violencia de género la existencia de denuncias falsas “es un fenómeno aislado y excepcional que merece especial atención por el daño que con ellas se hace a las mujeres sometidas a malos tratos físicos o psicológicos, que se ven sometidas a una duda irracional e injusta”. La Fiscal Delegada de Sala contra la violencia de Género, Soledad Cazorla, ha declarado en estos últimos días que “cada año se detectan (en esta materia) menos de 20 denuncias falsas entre las 100.000 que se presentan”.
Teniendo en cuenta que denunciar falsamente es un delito, debemos reivindicar el derecho a la presunción de inocencia de las víctimas de violencia de género, no consintiendo que, como se viene haciendo, se realicen contra ellas imputaciones delictivas, atribuyendo de forma generalizada, banal e interesada que sus actuaciones se producen por despecho, venganza o interés.
No se puede identificar, como se viene haciendo, denuncias falsas con desistimientos, archivos o absoluciones por falta de pruebas. Los datos recogidos por el Observatorio de la Violencia Doméstica y de Género del CGPJ siguen poniendo de manifiesto que el número de casos en que la víctima desiste de la denuncia formulada sigue siendo importante, pero solo desde el desconocimiento del complejo fenómeno de la violencia de género y la situación en que se encuentran las víctimas se puede afirmar que dicho comportamiento está motivado porque la denuncia fue fruto de una conductas caprichosa o revanchista.
(Continuación del anterior)
ResponderEliminarAnálisis desenfocado
Este análisis desenfocado sólo puede sostenerse ignorando lo difícil que ha resultado a las víctimas analizar con claridad la forma de salir de la angustiosa y compleja situación cuando han sufrido agresiones físicas y/o psicológicas por parte de quien, además de ser o haber sido su pareja, es, en muchos casos, el padre de sus hijos, encontrándose inmersas en un entramado de relaciones sentimentales, familiares, sociales y económicas que las hacen especialmente vulnerables a presiones del exterior y a sus propias dudas sobre la conveniencia de mantener la denuncia.
Cabe añadir que las mismas voces que alegan la existencia de miles de denuncias falsas por violencia de género, muy frecuentemente, con igual falta de fundamento realizan manifestaciones en las que imputan a los abogados y abogadas que atienden a las víctimas la responsabilidad de dichas denuncias, considerando que les aconsejamos que las formulen aunque no sean ciertas para obtener con ello ventajas procesales y económicas para sus clientes. Es evidente que dichas imputaciones carecen asimismo de rigor y se realizan con la misma ligereza y falta de base objetiva, pero también lo es que dañan de forma grave la imagen de la abogacía en general y la necesaria confianza en su función social.
Las primeras interesadas en erradicar las denuncias falsas son las propias víctimas de violencia de género, pues la mera posibilidad de su existencia da pábulo a las interesadas y alarmistas generalizaciones que se están produciendo, provocando la desconfianza hacia las víctimas denunciantes y la regresión en la sensibilización social que se había alcanzado. He querido ponerte estas líneas porque creo que en momentos de confusión la Abogacía debe manifestarse, más que nunca, lúcida.
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ResponderEliminarEl tema de las denominadas denuncias falsas, es otro asunto tabú que, aunque prácticamente ya es conocido por la inmensa mayoría de la población, se niega por el régimen. A estas alturas sería como si negáramos que exista paro en España. Porque según los datos aportados por los ideólogos de género, sólo 20 de 144.000 denuncias de maltrato se han podido demostrar que son falsas. Teniendo en cuenta que solo hubo 30.000 sentencias condenatorias, la verdad es que afinan, al descartar que de las restantes 114.000 denuncias, tan sólo 20, menos del 0, 01 % eran infundadas. Y más cuando el estudio realizado sólo ha tenido en cuenta las sentencias dictadas por Audiencias Provinciales. Más aún cuando además en este tipo de delitos el denunciado siempre aparece identificado con nombre, apellidos y DNI, siendo la no identificación del presunto responsable y autor del hecho denunciado, la principal causa de archivo y sobreseimiento en el resto de delitos. Más aún teniendo en cuenta la carga de interés personal, despecho y deseo de venganza subyacente en la relación deteriorada que hay en muchas de las historias personales, detrás de esas denuncias. Lo más decoroso hubiera sido afirmar que se ignoraba, por falta de estudio al respecto, la cantidad de denuncias que no respondían a un real y lamentable suceso de maltrato. Lo único admisible hubiera sido anunciar la realización de un nuevo estudio con un muestreo global, aleatorio, no excluyente y pormenorizado de cada caso analizado. Pero, ¿ para qué, si los gurús expertos en violencia de género ya conocen que en esas 114.000 denuncias, prácticamente en su totalidad, la no condena obedeció a que no pudo quedar probada la culpabilidad del denunciado?
ResponderEliminarTéngase además en cuenta que el acuerdo del Consejo de Ministros de 29 de Julio de 2005, (Resolución 15043 del Ministerio de Trabajo de 8 de agosto de 2005 del BOE 215 de 8 de septiembre, pagina 30543) estableció como criterios para la concesión de subvenciones para la instalación y funcionamiento de los servicios de ayudas a las víctimas de violencia de género literalmente “el número de denuncias interpuestas por mujeres contra sus parejas” y el “número de mujeres que se declara maltratadas”.
ResponderEliminarInstancias oficiales y privadas están desde entonces incentivadas para inflar a toda costa el numero de denuncias, justificando así las subvenciones percibidas o por percibir e incluso la simple existencia del lucrativo entramado orgánico e institucional proliferado al amparo de la L.O. 1/2004.
Sin embargo, materializadas las denuncias, uno de los principales motivos de las absoluciones y sobreseimientos, considerados “excesivamente numerosos” por las estadísticas oficiales y por los beneficiados por la industria del maltrato, es la negativa de la mujer a declarar contra su supuesto agresor en el acto del juicio, especialmente en los casos en que continúa la relación de pareja. En los frecuentes casos en que el procesamiento se basa exclusiva o esencialmente en la denuncia de la supuesta víctima, (que es donde se esconden la mayor parte de las falsas denuncias), ello deja a la acusación desprovista de todo aparato probatorio.
La ley procesal permite secularmente a todo denunciante o querellante (no específicamente a la mujer maltratada) no seguir asumiendo una actitud acusatoria contra sus familiares en el acto del juicio sin tener que necesariamente retirar la denuncia, con la eventual condena en costas, o reconocer que esta era ab initio infundamentada o abiertamente falsa, lo que eventualmente le podría acarrear la responsabilidad penal por falsa denuncia caso de aplicarse correctamente el artículo 456 del Código Penal. (Ese supuesto –reconocimiento en juicio por la mujer de la falsedad de su denuncia- es el único caso de falsa denuncia reconocida por el Observatorio de Violencia de género en la asombrosa estadística sobre 503 sentencias tan profusamente publicitada desde las instancias interesadas).
ResponderEliminarDe ese modo, callarse, en muchas ocasiones, en el juicio es el escape que hasta ahora tiene la mujer que, encizañada por profesionales e instituciones paniaguados por la industria del maltrato, o por los consejos ventajistas del abogado que le tramita el divorcio, ha interpuesto contra su pareja una denuncia exagerada, infundamentada o abiertamente falsa, para poder salir del escandaloso atolladero judicial en que se ve involucrada, con total impunidad criminal y con cierto decoro respecto de su pareja y su entorno familiar y social. Sin embargo, esa posibilidad se niega de entrada, por el nuevo régimen de Apartheid, afirmando que siempre la retirada de denuncia obedece a miedo, extremo que no niego que pueda ocurrir en otras muchas ocasiones, para no incurrir en el mismo dogmatismo monolítico. Pero yo no soy quien tiene encomendado hacer estudios estadísticos serios y rigurosos sobre maltrato, por lo que me limito a expresar mi perplejidad y a indignarme ante lo que me enseña mi experiencia, proximidad y sensibilidad con esa problemática social.
Con todo, lo peor es que ese aparato propagandístico es el que ha justificado y amparado un sistema de desigualdad en el que con el pretexto de corregir una injusticia, con lo que estoy plenamente de acuerdo, se ha generado una nueva situación más injusta si cabe. Un sistema de Apartheid que implica la quiebra de derechos fundamentales de muchos hombres por el hecho de serlo, y en el que sufren daños colaterales hijos, abuelos, familiares, nuevas esposas y compañeras y la propia sociedad que vive en el letargo que le impone la censura que limita incluso la Libertad para proclamar la Igualdad real y efectiva.
"se ha generado una nueva situación más injusta si cabe" si claro...porque ahora no os dejamos que nos amenaceís, que nos golpeís, que nos mateís impunemente, esa es la situacion tan injusta que algunos lloraís amargamente.
ResponderEliminarPuedes tergiversar todo lo que quieras, pero las denuncias falsas son las que son, no las que os gustaría a vosotros. Desgraciadamente nosotras no nos inventamos mujeres asesinadas por sus maridos y compañeros sentimentales.
La custodia compartida si, desde luego que si, pero para aquellos padres y madres que han sido responsables del cuidado desde el nacimiento no casualmente se acuerdan que han tenido hijos cuando pueden ser usados para seguir agredidiendo a su expareja.
No conozco a nadie "deprimido" por no poder insultar, pegar o m a t a r.
ResponderEliminarDuras palabras las anteriores, la verdad es que me dan un poco de miedo. Yo no vivo en tu sociedad, debo de vivir pues en las nubes.
No creo que tu lucha sea por una sociedad más justa e igualitaria.
Te invito a ver este programa, poco a poco, pese a los esfuerzos propios de regímeness totalitarios por impedir que salgan a la luz otras opiniones, va conociendose otra verdad.
No estoy de acuerdo con la violencia sea en el sentido que sea. Que la justicia se encargue de los violentos, sean hombre o mujer, pero con justicia, no con esta ley.
http://www.youtube.com/watch?v=jaHT6sGVNKM
http://www.youtube.com/watch?v=dURuG2fjIuY
http://www.youtube.com/watch?v=26pPB-o--iQ
http://www.youtube.com/watch?v=J4o040JLn64
Carta abierta dirigida a Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón
ResponderEliminarFebrero 22, 2010 Por Diario
Estimados Sra. Presidenta de la Comunidad de Madrid, Dª Esperanza Aguirre y Sr. Alcalde de Madrid, D. Alberto Ruiz Gallardón:
Me dirijo a Vds. como Presidente de la Federación Andaluza para la Defensa de la Igualdad Efectiva (FADIE), con objeto de transmitirle la enorme preocupación que para nosotros, como para cualquier ciudadano, representan los sucesos de violencia en el ámbito familiar, a los que bajo ningún concepto estamos dispuestos a acostumbrarnos.
Recientemente acabamos de lamentar un nuevo escenario de violencia intrafamiliar en el madrileño barrio de Vallecas, que se ha saldado con la muerte de Vasile Potrache, un hombre de 28 años de edad y de nacionalidad rumana, como consecuencia de una letal puñalada en el pecho asestada por su pareja.
Desde FADIE, pensamos que es fundamental que las instituciones organicen actos de repulsa hacia sucesos tan salvajes e inhumanos, con independencia de las circunstancias personales o sociales tanto de la víctima como de la persona agresora. Sin embargo, hace tiempo que venimos observando con indignación cómo las instituciones solamente convocan actos de repulsa cuando las víctimas son mujeres que han sido asesinadas a manos de hombres, siendo que todavía no conocemos, en pleno siglo XXI, condena institucional alguna hacia la violencia cuando las víctimas son masculinas.
En particular, es inaudito que toda una Institución que se apellida “de Igualdad”, jamás haya emitido manifestación alguna de repulsa en los casos de hombres asesinados por mujeres. La actitud del gobierno español obvia de este modo cualquier violencia que se produzca dentro del ámbito familiar y que no sea la ejercida por un hombre sobre una mujer. Nos parece un enorme contrasentido que un país que ilegaliza partidos políticos por no condenar la violencia esté gobernado por personas que jamás condenan la violencia que las mujeres ejercen sobre los hombres.
Conforme a nuestro objetivo fundamental de hacer valer los principios de la igualdad entre los ciudadanos y a nuestra especial preocupación por contribuir a la erradicación de las manifestaciones de violencia en el ámbito familiar, desde FADIE queremos instarle a que sea Vd. la primera representante institucional del Estado español en regalar una buena lección de ética y moral a la Sra. Ministra de Igualdad, Bibiana Aído, y a su presidente, el Sr. Rodríguez Zapatero, dando un paso adelante y condenando públicamente esta última muerte, así como todas aquellas que se puedan producir en el ámbito familiar, con independencia del sexo de la víctima y de la persona agresora, y de cualquier circunstancia personal o social de éstas, como establece nuestro maltrecho artículo 14 de la Constitución.
Le rogamos, por tanto, que organice un acto institucional desde la Asamblea de todos los madrileños para condenar la “violencia sin apellidos”, para repudiar a los violentos sin mirar a su entrepierna. Estamos convencidos de que si lo hace, todos habremos dado un paso de gigante hacia la igualdad real, la tolerancia y la convivencia en paz.
Con toda mi consideración, reciba un afectuoso saludo.
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ResponderEliminarFeminismos
ResponderEliminarMANUEL RUIZ ZAMORA 01/03/2010 El País
En una de sus últimas intervenciones en esta Tribuna (Sobre la identidad democrática), Fernando Savater dibujaba magistralmente las diferencias entre una "cultura de la identidad", caracterizada por formas de adhesión primarias a lo que ya somos, y la identidad democrática, que definía como "una manera de estar junto a otros, para convivir y emprender tareas comunes, pese a las diferencias de lo que cada uno es o pretende ser". Extremos destacados de la cultura de la pertenencia serían las identidades religiosas, las idiosincrasias nacionalistas y las perspectivas "llamadas de género". Ahora bien, mientras que la idiosincrasia nacionalista es difícilmente conjugable con el concepto moderno de ciudadanía, el imperante feminismo de la diferencia constituiría una especie de perversión identitaria con respecto a las aspiraciones cívicas que inspiraron al feminismo clásico.
Al igual que el nacionalismo excluyente o cualquier otra ideología que establezca distinciones ontológicas entre los seres humanos, lo que define al feminismo radical es su sectarismo. Lo expresa muy bien Odo Marquard: "Buscan chivos emisarios, diablos generados desde dentro, humanos-no humanos, a los que cuelgan el blasón de ser los autores de la infelicidad en la historia, de modo que los agentes del progreso puedan estilizarse como exclusivos portadores de la felicidad, o sea, como salvadores". La propia denominación "violencia de género" proyecta una sombra de sospecha sobre cualquier individuo por su mera pertenencia a un determinado sexo. La prueba: la exclusión de las estadísticas oficiales de las víctimas que pertenezcan al sexo masculino o a los colectivos de gays y lesbianas.
ResponderEliminarSi el nacionalismo es, en definición de Santayana, "la indignidad de tener un alma controlada por la geografía", el feminismo, en su formulación más identitaria, consistiría en tenerla dominada por el sexo. Los individuos devienen, así, arquetipos: simplificaciones más o menos estereotipadas en las que cualquier rasgo de singularidad se convierte en la expresión de una imperfección o deficiencia que debe ser suprimida. Por eso, aunque este tipo de perspectivas introducen una dimensión de anomia que perjudica la salud democrática de toda la sociedad, quizá sus víctimas más directas sean, paradójicamente, las propias mujeres.
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ResponderEliminarLos perjuicios que de ello se derivan resultan inobjetables: la ruptura, por ejemplo, de los principios sacrosantos de igualdad ante la ley y de presunción de inocencia que instaura la Ley integral contra la violencia de género, no puede ser considerada progresista. La resistencia del feminismo radical al reconocimiento legal de la custodia compartida de los hijos no sólo es intrínsecamente reaccionaria: es machista. Parte de la rancia convicción de que el cuidado y la educación de los hijos es un asunto predominante, si no exclusivamente, femenino. Lo mismo ocurre con el paternalismo a partir del cual se instituyen los sistemas de cuotas, tan ofensivos para todas aquellas mujeres que son conscientes de sus propias virtualidades. La excelencia, declaraba una neurobióloga, no es un asunto de hormonas sino de neuronas. Lo peor de ello no son sólo los asaltos potenciales o efectivos contra algunos de los principios funcionales del Estado de derecho, sino las reticencias sociales que se van acumulando contra algunos de los postulados verdaderamente igualitaristas del feminismo más cívico.
ResponderEliminarDesde tales presupuestos, no debe parecer extraño que entre muchos que se consideran progresistas hayan ido cundiendo ciertas prevenciones con respecto a algunas manifestaciones del feminismo. No del feminismo de la razón, que parte de los ideales del universalismo ilustrado para denunciar cualquier discriminación por motivos de sexo y reivindicar una igualdad efectiva entre todos los ciudadanos, pero sí de ese feminismo feroz que ha suplantado los ideales emancipadores del feminismo clásico, y que Nietzsche hubiera identificado como una expresión arquetípica de la moral del resentimiento.
Manuel Ruiz Zamora es historiador del arte y filósofo.
Copia del artículo del mencionado autor publicado en El País, en el cual me identifico y sin duda lo expresa muchísimo mejor que yo....
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