Esta semana, coincidiendo con el ochenta y seis aniversario del fallecimiento de Rosario de Acuña, presentamos en Gijón los volúmenes IV y V de sus Obras Reunidas. Con estos dos tomos, resultado del gran trabajo realizado por José Bolado y la cuidada edición de KRK Ediciones, el Ayuntamiento de Gijón, el Gobierno de Asturias a través del Instituto Asturiano de la Mujer y Cajastur hemos cumplido con la tarea que, a iniciativa de la Alcaldesa de Gijón, nos habíamos encomendado: satisfacer el testamento de Rosario de Acuña, recopilando su obra.
Desde esta columna quiero invitarles a descubrir a través de su obra a la escritora - en cualquiera de los géneros-, a la periodista, a la política, a la feminista, a la mujer transgresora. Yo lo he hecho y puedo asegurarles que a poco que se hojee su legado, se adivina su compromiso social, su gran capacidad intelectual, su lápiz afilado y su gran ironía. Como llegó a mencionar Benito Pérez Galdós “... ha abordado todos los géneros de la literatura, la tragedia, el drama histórico, la poesía lírica, el cuento, la novela corta, el episodio, la biografía, el pequeño poema, el artículo filosófico, político y social, y la propaganda revolucionaria”.
Rosario de Acuña es una pionera. Fue la primera mujer en intervenir en el Ateneo de Madrid y la segunda en estrenar en el Teatro Español. Humanista, firme defensora de las libertades, el laicismo, el racionalismo, la igualdad y la libertad de las mujeres, su dilatada trayectoria literaria, su compromiso político y su firme defensa por la igualdad de las mujeres fueron hechos reconocidos por la sociedad de su época.
Una mujer inteligente y erudita que defendió la cultura, el ocio y trabajo digno para todos los ciudadanos y ciudadanas y apostó, con especial interés, por el papel activo de las mujeres en la sociedad, por su acceso a la educación y a la cultura, por su dignidad.
Una persona brillante, que a principios del siglo XX, apunta ya algo que aún hoy tenemos que seguir explicando: que la igualdad entre mujeres y hombres sólo reportará beneficios para el conjunto de la ciudadanía. “Ahora se esboza la guerra de los sexos. ¡Cuán lejos está el verdadero destino de la humanidad! Cuando sus dos mitades, ambas vigorosas, conscientes, capacitadas para realizar el complejo destino de la naturaleza racional concierten al unísono sentimientos, mentalidad, costumbres, anhelos, horas de alegría y de llanto, fortaleza e ideales, la vanguardia humana habrá pisado el recinto de la inmortalidad”.
Recuperar la obra de Rosario de Acuña es, en primer término, una cuestión de justicia histórica porque contribuye a saldar la deuda con nuestras antecesoras, con las mujeres que nos han abierto las puertas a la participación pública y al respeto.
Supone también un asunto de rigor histórico ya que ayuda a seguir poniendo de manifiesto que el papel de las mujeres en la historia no ha sido un cúmulo de excepciones sino una cadena trabada y constante. De hecho, Rosario de Acuña es contemporánea de Cecilia Bölh de Faber, Rosalía de Castro, Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán.
Pero sobretodo, y aquí es a mi juicio donde radica la importancia de este trabajo, recuperar la obra y la figura de Rosario de Acuña nos permite, además de saldar una deuda con nuestro pasado, contribuir a cumplir con una obligación de futuro: ofrecer a nuestros y nuestras jóvenes una mirada menos sesgada de la historia, más acorde con la realidad porque recoge las aportaciones de esa mitad de la población que constituimos las mujeres.
La recopilación de su obra es un legado a las generaciones más jóvenes, a quienes tenemos la obligación de mostrarles modelos de mujeres en los que mirarse y reconocerse en todas las épocas y en todos los espacios, referentes femeninos que les permitan romper estereotipos y constituirse, como Rosario de Acuña, en ciudadanos y ciudadanas libres y responsables del mundo en que les ha tocado vivir.
Nota: La próxima semana, la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Gijón, con la colaboración del Instituto Asturiano de la Mujer, volverá a rendir tributo a Rosario de Acuña organizando los días 13, 14 y 14 de la sexta edición de la Escuela de formación feminista que lleva su nombre.
Desde esta columna quiero invitarles a descubrir a través de su obra a la escritora - en cualquiera de los géneros-, a la periodista, a la política, a la feminista, a la mujer transgresora. Yo lo he hecho y puedo asegurarles que a poco que se hojee su legado, se adivina su compromiso social, su gran capacidad intelectual, su lápiz afilado y su gran ironía. Como llegó a mencionar Benito Pérez Galdós “... ha abordado todos los géneros de la literatura, la tragedia, el drama histórico, la poesía lírica, el cuento, la novela corta, el episodio, la biografía, el pequeño poema, el artículo filosófico, político y social, y la propaganda revolucionaria”.
Rosario de Acuña es una pionera. Fue la primera mujer en intervenir en el Ateneo de Madrid y la segunda en estrenar en el Teatro Español. Humanista, firme defensora de las libertades, el laicismo, el racionalismo, la igualdad y la libertad de las mujeres, su dilatada trayectoria literaria, su compromiso político y su firme defensa por la igualdad de las mujeres fueron hechos reconocidos por la sociedad de su época.
Una mujer inteligente y erudita que defendió la cultura, el ocio y trabajo digno para todos los ciudadanos y ciudadanas y apostó, con especial interés, por el papel activo de las mujeres en la sociedad, por su acceso a la educación y a la cultura, por su dignidad.
Una persona brillante, que a principios del siglo XX, apunta ya algo que aún hoy tenemos que seguir explicando: que la igualdad entre mujeres y hombres sólo reportará beneficios para el conjunto de la ciudadanía. “Ahora se esboza la guerra de los sexos. ¡Cuán lejos está el verdadero destino de la humanidad! Cuando sus dos mitades, ambas vigorosas, conscientes, capacitadas para realizar el complejo destino de la naturaleza racional concierten al unísono sentimientos, mentalidad, costumbres, anhelos, horas de alegría y de llanto, fortaleza e ideales, la vanguardia humana habrá pisado el recinto de la inmortalidad”.
Recuperar la obra de Rosario de Acuña es, en primer término, una cuestión de justicia histórica porque contribuye a saldar la deuda con nuestras antecesoras, con las mujeres que nos han abierto las puertas a la participación pública y al respeto.
Supone también un asunto de rigor histórico ya que ayuda a seguir poniendo de manifiesto que el papel de las mujeres en la historia no ha sido un cúmulo de excepciones sino una cadena trabada y constante. De hecho, Rosario de Acuña es contemporánea de Cecilia Bölh de Faber, Rosalía de Castro, Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán.
Pero sobretodo, y aquí es a mi juicio donde radica la importancia de este trabajo, recuperar la obra y la figura de Rosario de Acuña nos permite, además de saldar una deuda con nuestro pasado, contribuir a cumplir con una obligación de futuro: ofrecer a nuestros y nuestras jóvenes una mirada menos sesgada de la historia, más acorde con la realidad porque recoge las aportaciones de esa mitad de la población que constituimos las mujeres.
La recopilación de su obra es un legado a las generaciones más jóvenes, a quienes tenemos la obligación de mostrarles modelos de mujeres en los que mirarse y reconocerse en todas las épocas y en todos los espacios, referentes femeninos que les permitan romper estereotipos y constituirse, como Rosario de Acuña, en ciudadanos y ciudadanas libres y responsables del mundo en que les ha tocado vivir.
Nota: La próxima semana, la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Gijón, con la colaboración del Instituto Asturiano de la Mujer, volverá a rendir tributo a Rosario de Acuña organizando los días 13, 14 y 14 de la sexta edición de la Escuela de formación feminista que lleva su nombre.
Precioso el artículo y preciosísimas las jornadas. Nos vemos allí.
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